La belleza en sí misma…

En esta primera entrada de mi blog “Reflexionando sobre belleza” quizás podáis pensar que peco de falta de originalidad al querer plasmar mis primeras reflexiones acerca del concepto de belleza en sí mismo. Sin embargo, con total sinceridad, no encuentro mejor manera de comenzar este blog que reflexionando sobre, lo que a mi entender, la sociedad en la que vivo, entiende por bello hoy en día; y cómo de alejado está este concepto, de aquel defendido por Platón allá en la Antigua Grecia.

Al igual que Platón se propuso, desenmascarar en el Hipías algunas de las falsas teorías de la Escuela Sofista (contemporánea a su época), sobre la naturaleza de lo bello; yo hoy me propongo reflexionar acerca del verdadero concepto de belleza que se tiene hoy en día, tomando como objeto de análisis: un artículo actual de belleza y comparándolo con la idea alcanzable de belleza de Platón y el diálogo narrativo entre Sócrates (defensor de las ideas de Platón en la obra) e Hipías (abogado del diablo y portavoz de los Sofistas).

De este modo, me gustaría comenzar mi reflexión con algo que leí esta mañana en un artículo titulado Belleza en cifras. Aparentemente: “El 54% de las mujeres españolas hoy en día, cree que prevenir los signos de la edad es lo más importante a la hora de elegir una rutina para cuidar la piel”. Esta frase se continuaba de una serie de estadísticas, y por supuesto de la propuesta de una serie de productos de belleza calificados casi de indispensables, a la hora de potenciar la belleza que busca cada mujer; lo que siendo sinceros podría traducirse en: usa este serum para retrasar las arrugas, utiliza estas deportivas para llevar a cabo esta rutina de ejercicios que evite que engordes, no dejes de usar una crema hidratante para que no se te seque la piel, y otra específica de contorno de ojos para evitar las ojeras…

Sin embargo, he de confesar que yo misma, sin tener todavía demasiadas arrugas me dieron ganas de comprar todos esos productos. Pero después de 5 segundos, me paré a pensar en algo que me inquietaba aún más: ¿Qué debo entender con el título de este artículo? ¿Debo afirmar que el término belleza está asociado directamente al concepto de juventud eterna? Me niego a esa primera idea, ya que supondría pensar que lo viejo no puede ser bello. Sin embargo, debemos reconocer que hay cierto peso en la primera estadística de este artículo para hacernos pensar que el concepto de belleza está fuertemente ligado al mundo estético y sensorial. De lo contrario, además de las propuestas agradables a los sentidos (para en definitiva, tener una mejor aparencia y agradar al sentido de la vista), se deberían haber incluido otros, sugeridos para agradar y dar placer al espiritú (como pueden ser libros u obras de arte para aumentar tu sabiduría, o todo lo relativo a lo cognitivo).

De este modo, la propuesta actual que se hace del término belleza (analizada a través del citado título La belleza en cifras) se me antoja muy alejada de la idea alcanzable de belleza propuesta por Platón, donde la belleza no solo se alcanza desde el mundo sensorial, si no también desde el mundo inteligible. Es por eso, que al igual que le ocurría a Hipías en la obra de Platón (el Hipías), el título de dicho artículo evoca la confusión de dos ideas similares pero que debemos ser capaces de distinguir: la idea del objeto bello y la idea de lo bello en sí. Pues que mejor ejemplo para entender esto que el argumento propuesto por Sócrates a Hipías en dicha obra, al refutar que lo bello se definía a través de la riqueza, del prestigio, de la longevidad o de la belleza de una mujer, no siendo ninguno de estos conceptos bellos en si mismos, ya que tan pronto son bellos como feos, según el país, el tiempo, los hombres y el uso que se hace de las ideas. 

A pesar de ello, y aunque ahora (al terminó de esta lectura), podamos pensar que la idea actual de belleza esté bastante alejada del concepto de belleza en sí mismo (entre otras cosas, por centrarse mayoritariamente en dar placer a lo sensorial), no debemos olvidar que un día, en la Antigua Grecia, la belleza física de una mujer llamada Helena, fué el detonante de una de las Guerras más célebres de la Historia…

 

 

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